Martín se dio cuenta que las palomas ya no volaban mientras estaba sentado en el banco de la plaza del barrio. Dos camionetas y tres autos habían pasado ya por encima del ave, y ella seguía sin levantar vuelo, solo daba pequeñas vueltas y picoteaba alguna que otra miga que encontraba en la calle. Pero esa pequeña paloma no fue la única que Martín había visto ese día como para sacar tal conclusión. Entre las hamacas y la pequeña cancha de fútbol, se encontraba otra paloma dando vueltas. Hacia tiempo que estaba ahí también en busca de algo de comer y cada vez que una pelota caía cerca suyo, solo pegaba saltos y movía sus alas, pero nunca salia volando. Apenas noto esto, Martín se lleno de dudas, de miedos, pensaba que tenia que informarle al mundo sobre esta aterradora noticia. ¿Qué serían ahora las plazas llenas de palomas que no vuelan? Las cosas no podían cambiar así pensó Martín, tenía que hacer algo. Se acerco rápidamente a la paloma que seguía en la calle, ya se habían agregado dos autos y una camioneta más que habían pasado sobre ella. Cuando Martín se acercó, la paloma movió sus alas y se fue al cielo. Martín regreso a su casa mas desilusionado que cuando supo que las palomas ya no volaban.
Te voy a contar algo que nada que ver, como siempre (?)
ResponderBorrarUn día me hice una chupina del cole con una amiga y nos compramos tremenda bolsa de tutucas y nos sentamos a comerla en la Plaza San Martín en épocas donde dejaban que un pelado buenaonda que canta Sabina hiciera de las suyas por ahi.
En fin, lleno de palomas y le tiramos un par, como para ver que onda.
Se atragantó una y estuvo largo rato tratando de que la tutuca (tres veces su pico) pasara.
Nunca más, todo un trauma.
Linda historia la tuya, beso para voce (: