La flor que plantee hace cuatro años ya no me habla. Y no quiero plantar otra, quiero mi vieja flor.
Yo la regaba semana tras semana, pero se podía ver que sus raíces igual seguían secas.
Aveces le cantaba y mi flor hacia una danza hermosa, cuando se cansaba me contaba mil historias de tiempos pasados.
Mi flor era joven y sabia, ahora no me habla y sus raíces siguen secas. Yo intento recordar sus historias y volvérselas a contar, tal vez así mi flor recuerde los bellos momentos que podemos pasar.
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